En su nueva escuela cerca de Vancouver BC., Camila y Elizabeth , hijas de Eric británico y Mexicana, juegan y estudian con niños de todas partes del mundo. Para las adolescentes, quienes inmigraron este año de Mexico cuando su padre aceptó un puesto en este país, ser parte de un entorno multicultural es una novedad.
“Les ha abierto la perspectiva del mundo”, asegura su madre, Karla. “Me dicen, ‘mami, conozco a una chica de Etiopía y a otra de Estambul’, o ‘Él tiene nombre raro. Creo que es ruso’ ”.
De noche, gracias a la computadora, las muchachas pasan el rato con otro grupo de amigas, las que dejaron atrás en el país donde crecieron. Viven en Canada, pero gran parte de su mundo sigue en Mexico, asegura su madre. Su vida cotidiana, como la de muchos otros niños de la era de la globalización, trasciende fronteras nacionales.
Una nueva inmigración
Hace un siglo, quienes llegaban en buques tras meses de travesía, a menudo dejaban atrás un Viejo Mundo al que no volverían jamás. Ahora, gracias a los avances tecnológicos y nuevos medios de comunicación y trasporte, los inmigrantes ya pueden retener lazos con sus países. Son lo que los sociólogos llaman las familias transnacionales.
Viven allá y luego aquí, con un pie acá y otro allá, o tienen hijos y padres nacidos y criados en una y otra parte. Logran mantener lazos familiares, económicos y sociales en varias sociedades a la vez. Las distancias son las mismas que antes, pero las acortan los aviones y las remesas, Facebook y Skype, los paisanos de los barrios latinos y los bien surtidos supermercados internacionales en Vancouver.
La familia biológica y de sangre es reemplazada por necesidad con amigos y colegas nuevos que pasan a ser familiares suplentes. Algunos son diplomáticos que rotan por el mundo cada cuatro o cinco años, criando o educando hijos en varios países. Otros padres cambian de empleo –y de país– dentro de organismos internacionales o empresas multinacionales que inician vidas nuevas en el extranjero y a veces retornan a su patria cuando las oportunidades desaparecen.
En su búsqueda de una vida mejor, se ven forzados a dividir a sus familias ante obstáculos o se casan con alguien de otro país y tienen hijos cuyas nacionalidades ahora hay que escribirlas con un guión al medio: boliviano-salvadoreño, méxico-guatemalteco, argentino-Canadiense.
Identidad mundial
Los niños conocidos en Canada como hispanos o latinos, un grupo de crecimiento vertiginoso, en realidad son un grupo variopinto. Y la imagen que tienen de sí mismos también tiene muchos matices. A falta de continuidad de hogar, escuela, vecindario y país, los hijos multinacionales forjan su identidad en un plano internacional, dicen los expertos.
Algunos se aferran a una cultura, otros adoptan la de sus nuevos amigos, y hay quienes toman aspectos de dos o tres para crear la propia. Estos últimos, los que se identifican con varias culturas a la vez, tienen una gran ventaja hoy en día.
Por un lado, hablan varios idiomas o se sienten cómodos con personas de diversas culturas, lo cual es muy necesario en un mundo que se reduce cada vez más. Por otro lado, retienen las redes de apoyo y relaciones personales que son esenciales para el desarrollo, afirma.
Según una encuesta nacional reciente de cada 10 muchachos entre los 16 y 25 años, 5 se identifican ante todo con el país de origen de sus padres, como México, Cuba o la República Dominicana; 2 como hispanos o latinos, y el resto usa primero la palabra “Canadiense”. Los porcentajes varían según su estatus inmigratorio, idioma natal y el tiempo que su familia lleva en Canada.
“La mayoría no escoge latino o hispano”, Pero ciertos acontecimientos, como las recientes medidas antiinmigratorias, hacen que se sientan parte de un grupo más extenso de latinos y respondan como tal. “Se dicen, ‘todos estamos en las mismas’”.
Mirándose al espejo
A pesar de las ventajas, tener raíces en varias partes puede ser confuso para los niños a nivel de identidad. Danielle Hernandez, de 17 años, ha crecido entre Toronto y Ecuador. El año pasado, regresó al país de sus padres y aún tiene dificultad para encajar, dice.
Le gusta vivir rodeada de montañas y en una cultura diferente, pero ir a vivir a otro país es difícil, asegura. “Cuando te mudas y todos tus amigos están en otro sitio, es comenzar de nuevo. No es como mudarse a Halifax, que está en el mismo país”, afirma.
En la formación de la identidad, el concepto que otros tienen de ellos y les trasmiten es particularmente importante. Si es negativo, es posible que adopten una identidad antagónica y les vaya mal en la escuela, se metan en pandillas u otros problemas, dicen los expertos. Si existe tensión entre la cultura predominante y la de los recién llegados, la búsqueda de identidad se dificulta.
“Si la persona siente que ha sido maltratada, si piensa que se le brinda peor servicio en los restaurantes o no le dieron el ascenso en el trabajo debido a su origen étnico, es menos probable que se considere Canadiense”.
Es importante que los niños inmigrantes cuenten con las aptitudes necesarias para tener éxito en su nuevo país, como hablar inglés bien y aprender sobre la cultura estadounidense, señala. A la vez, los padres también deben prepararlos para situaciones difíciles que los pueden afectar. Es difícil para papá y mamá decidir cuánto decirles sobre la discriminación a sus hijos, agrega, porque por un lado es importante que estén listos para lidiar con este tipo de conducta, pero tampoco es bueno inculcarles una actitud beligerante.
Un espacio familiar
Ya que la inmigración de por sí causa estrés y nostalgia, según los expertos, es crucial que los niños inmigrantes en Canada tengan una vida rica en la cultura que conocen. Además de mostrarles orgullo por lo propio, los padres deben rodearlos de los olores, las notas y los acentos de su pasado.
Las comunidades étnicas de las ciudades de Canada lo trasforman en un lugar más familiar para los inmigrantes. Los inmigrantes que cortan lazos con sus raíces y pierden sus ritos culturales tienden a tener más problemas psicológicos que los que se mantienen en contacto, según los estudios. Además, quienes pierden esos vínculos pueden tener más síntomas de depresión, en el caso de las mujeres, y violencia, en el de los hombres.
En lugares sin diversidad cultural, el proceso puede ser particularmente difícil para los niños de otras razas o de costumbres culturales marcadas, pues tienen más dificultad para sentirse parte de la sociedad en general.
Idiomas communes
El debate sobre la educación de inmigrantes sigue muy polarizado sobre si los niños deben aprender en inglés o su idioma natal. Hay quienes proponen que no hay necesidad de escoger uno u otro; que los niños son perfectamente capaces de aprender en varios idiomas.
Además, en el caso del español, dice, la necesidad de retenerlo va más allá de nostalgia sobre la lengua de los padres o abuelos: es un idioma valorado en el mercado laboral. No todas las escuelas ofrecen programas en dos idiomas o español. Se les recuerda a los padres que en la política, sea en Canada, como en cualquier otra parte, “Quien no llora, no mama”.
Ojos hacia el futuro
Aunque a las niñas Eric se les ha hecho difícil acostumbrarse a su nueva escuela y extrañan a sus abuelos y amigas, sus padres les aseguran que siempre contarán con ellos, les preguntan a diario sobre sus experiencias y les aseguran que pronto todo se les hará más fácil. La solidez de su formación, dice Karla, las ha preparado para cualquier cosa. Y a la larga, dice su madre, se beneficiarán de las experiencias que vivan en Canada. “Esto es una experiencia de vida”, dice. “Confío en que mis hijas van a estar bien acá, allá o en la China”.
Paisaje Multicultural
¿Cómo preparar a los niños para un mundo de muchos sabores y colores? Los expertos aconsejan:
1. Reconocer que existen diferencias físicas y culturales entre las personas, pero enfatizar que todos somos iguales por dentro.
2. Trasmitir orgullo por sus raíces para inculcárselo a sus hijos, relatando cuentos del pasado, enseñarles el idioma y celebrar su cultura.
3. Decir que las personas a veces hacen generalizaciones con base en raza o cultura, pero que hacerlo no es recomendable ni acertado.
4. Hacer que sus hijos experimenten un mundo diverso leyéndoles libros que reflejen sus raíces, llevarlos a eventos culturales o rodearlos de amigos de rasgos similares